miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA CATEDRAL de Vicente Blasco Ibañez

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2 comentarios:

  1. LA CATEDRAL de Vicente Blasco Ibáñez

    LECTURA Y COMENTARIOS Texto: Rafael Torres
    Aunque no se precisa la época de la narración, por sus sus referencias a la guerra carlista y el periodo en el que el protagonista emplea recorriendo el mundo,podemos deducir que la acción transcurre en los inicios de la década de los ochenta del siglo XIX.
    Las detalladas y exhaustivas descripciones son representativas del estilo naturalista. En algunos diálogos los personajes emplean largos párrafos para sus comentarios;los más instruidos hacen discursos a los no instruidos,a veces como una lección,(Gabriel),a veces para justificarse, ( Don Sebastián el arzobispo).Hay ocasiones en que la avalancha de ideas y razonamientos del protagonista anula y sustituye a la acción del relato, de forma que la lectura se vuelve tediosa. Parece que Blasco Ibáñez haya querido insertar fragmentos ensayisticos en la novela.
    A lo largo de la obra se translucen las simpatías y antipatías del autor por determinados personajes y conceptos. Conviene resaltar que la idea anticlerical que contiene el libro no es necesariamente contra la Religión Católica: leamos las páginas donde se expone la actitud positiva de la Iglesia Católica francesa hacia el progreso y la ciencia. A lo que realmente se opone el autor es al poder de la Iglesia Católica española, que invade de la vida ciudadana,más allá del contexto religioso.
    El vocabulario empleado para nombrar los componentes arquitectónicos del templo,sus dependencias,la compleja jerarquía eclesiástica, los empleados y servidores, nos dan una completa imagen de la Catedral de Toledo en la época.
    Por otro lado,la explicación científica del proceso de la vida y el manejo de la lógica, hacen un relato erudito y razonado de la evolución personal del protagonista,durante su estancia en París.
    El narrador presenta la catedral como un mundo nostálgico de sus privilegios perdidos, oscuro y cerrado al mundo. La catedral es el lugar donde Gabriel nació y a donde vuelve,enfermo, para terminar sus días después de su gran aventura vital.
    A su regreso encontrará lo de siempre pero visto con la lucidez adquirida en sus experiencias por el mundo: las miserias y las injusticias anidadas en un lugar donde el tiempo, la razón y el desarrollo humano se han detenido. La catedral es el símbolo de la madre acogedora donde sus fracasados hijos vuelven después de haberse atrevido a ser dueños de su vida. Ante el incierto camino en busca de la luz, se ofrece la quietud de la maternal penumbra, sólo hay que renunciar a ir más allá de su seno. Pero esa paz uterina terminará desgarrando a la naturaleza humana que está hecha para crecer; la ignorancia,el fanatismo,la violencia,la desesperación, es el trágico destino que aguarda a esos seres adormecidos.
    La sombra de ésta hipótesis ha planeado mucho más allá de la fecha de la publicación de la novela y de la vida del autor.

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  2. Comentario de Elena Escribano.
    Diciembre 2010

    Carta a una amiga (hipotética)

    Querida amiga: Hace tiempo que no nos vemos ni nos comunicamos. Como novedad, desde que hablamos la última vez, puedo contarte poca cosa. Lo que ahora me ocupa y pueda interesarte por tus y mis aficiones a los libros, es que frecuento una llamada “Aula Literaria” donde se propone la lectura de textos para su estudio; no importa época siempre que se justifique su calidad literaria. Llevamos ya tres o cuatro años de andadura y hay buena sintonía en el grupo. Hemos tenido debates interesantes sobre obras significativas de la historia de la literatura universal. En estos momentos “toca” el libro que tú, que conoces mis preferencias, pensarás que nunca sería el de mi elección (de todas formas de cualquier escrito, te entusiasme más o menos, sacas algo sobre lo qué pensar, y, además, hay que respetar el gusto de todos). Esta vez se trata de “La catedral”, de Vicente Blasco Ibáñez. Sobre este autor creo que, exceptuando sus novelas de tema y ambiente valenciano, en todo su largo camino como escritor está lejos de ser un virtuoso estilista, aunque sí un buen captador de ambientes.
    El tema de la obra que ahora analizamos es el fracaso de un teórico idealista en su defensa de sociales aspiraciones anarquistas. Siglo XIX. Se publicó en 1903. Escrito en tercera persona, se distribuye en diez capítulos. Comienza por una descripción exhaustiva del templo catedralicio por el protagonista que vuelve después de muchos años de ausencia y de desgracias; a la par, nos va presentando gran número de personajes de mayor o menor importancia para el relato. Casi todos están adscritos por sus trabajos a la Primada, como era llamada la catedral de Toledo. Viven en las Claverías, habitáculos en los altos del templo. La anécdota que compone la novela nos lleva a la comprobación de que un bien intencionado Manuel Luna no ha podido vencer la ignorancia de seres que han vivido en la incultura de una España oscura y marginada. Blasco Ibáñez en éste libro, del grupo de los llamados de rebeldía por él mismo, nos expone su tesis revolucionaria y anticlerical ensombrecida por tipos y ambientes de intenso naturalismo. (No olvidemos que fue un buen conocedor de Zola).
    La conclusión o más bien mi apreciación personal es que el autor me pierde en una maraña descriptiva de orden arquitectónico e histórico donde el tema sale perjudicado por los rasgos formales del texto. Muy bien el morbo ambiental.
    El capítulo X es el que más me ha gustado porque, en su dramatismo, me llega más auténtico el talento narrador de Blasco Ibáñez. Es el inevitable desenlace al que la condición del héroe, destruido en su moral y en su físico, le aboca. Eficaz capítulo que subsana la triste impresión que me ha quedado del anterior, en el que, aparte las tristezas de un colectivo degradado por el imperativo de sus vidas, encuentro un pasaje amoroso de lo más decepcionante: siempre el amor se ha descrito como un sentimiento de gozo, incluso cuando es contrariado (Romeo y Julieta), durante el clasicismo, también en los místicos. En cambio aquí, sin deseo, arrimados por su feísmo y aniquilamiento moral, resulta una solicitud amorosa que hunde el ánimo de quien lo lee hasta hacerle percibir un cierto olor a necrosis.
    Acepto todas las críticas. No pretendo estar en posesión de la verdad.

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